El reino de la humanidad se propaga y expande como una mala hierba invasora. La Fortaleza se alzaba antaño en los márgenes de la civilización, pero ahora es un centro de cultura y comercio. Las fronteras están cada vez más lejos, pero la Fortaleza perdura.
Hoy comienza una semana de festividades. Sin embargo, la celebración no ofrece ningún consuelo. La Monarca yace moribunda a causa de un veneno mortal, pero de acción lenta. La Monarca ha vaciado las arcas reales para comprar un poderoso antídoto, pero éste nunca ha llegado a sus labios. Los caravaneros dicen que debió de mezclarse en las entregas a los numerosos bares de la Fortaleza.
Normalmente, la monarca ordenaría al alguacil y a la guardia de la ciudad que fueran de bar en bar, vaciando todos los barriles de cerveza hasta recuperar el antídoto pero durante los Festejos del Caos la guardia de la ciudad cede por completo los poderes y responsabilidades de hacer cumplir la ley a la Iglesia del Caos.
Los carteles de la recompensa cubren la Fortaleza prometiendo que quien encuentre el antídoto y lo devuelva a la Monarca se ganará su peso en tesoro, así como una baronía en el territorio recién adquirido de las tierras fronterizas. Y quien esté detrás de la traición también obtendrá su justa recompensa: la guillotina.