Durante siglos, los Tengu han comerciado con sus habilidades mágicas y marciales con los Clanes rivales de Kagejima, intercambiándolas por otras o vendiéndolas directamente. A veces lo hacen por oro, por ofrendas en sus santuarios o por baratijas brillantes. Otras veces, las peticiones son más inusuales, como susurros amorosos de una mujer bella, el primer llanto de un recién nacido o treinta hebras de azafrán.